16.4.24

Sant Jordi 2024 (I)

Me encantó un video de Saramago en el que comentaba con su parsimonia habitual que a las personas que llevan una vida sedentaria (los escritores como él, por ejemplo) les recomiendan siempre hacer actividad física. Pero que a los deportistas y personas físicamente muy activas, nadie les aconsejaba leer.

Se oye continuamente el consejo: “Tendrías que hacer más ejercicio”, pero no he oído nunca sugerir a un adulto: “Te vendría bien dedicar más tiempo a la lectura." Nuestro físico es importante, claro que sí. El cuerpo es la estructura material que nos sostiene. Pero la salud no es solo física, ¿Qué pasa con nuestra salud mental?
¿Cómo alimentamos, cuidamos, estimulamos, fortalecemos, relajamos esta herramienta, a la vez misterio y prodigio, que es la mente?

Si pienso en qué medida los libros han contribuido a mi salud mental, les doy una puntuación de diez sobre diez. En los momentos en los que no me veía, me han hecho de espejo. De repente, un detalle de la historia que me estaban contando, resonaba fuerte dentro de mí y me encendía una luz que alumbraba de manera distinta mi situación personal. También me han cuestionado y me han descubierto horizontes insospechados, ayudándome a tomar conciencia de lo estrecho que era mi marco de referencia. Así, han roto muchos corsés en los que había sido criada y que me ahogaban y me han abierto el camino hacia una libertad enriquecedora, que me hizo tomar consciencia de mi poder personal. Y ¿cómo no? Gracias a  los libros mi sensibilidad  ha vibrado de mil maneras y he acabado riendo o llorando con imágenes cuya belleza me parecía indescriptible y con sensaciones y emociones tan intensas y reales como la vida misma.

Que un ser humano pueda plasmar con palabras lo que me parece inefable me sigue pareciendo un milagro cada vez que tengo un texto en mis manos.

La creatividad humana no tiene límites y me produce un asombro y un disfrute también difíciles de expresar.
En alguna ocasión, la identificación con el personaje literario ha sido tal, que me parecía mentira que alguien que no fuera yo pudiera hacer una descripción tan certera. Esa es otra de las grandes bondades de los libros: nos igualan, nos hacen ver que vamos todos en el mismo barco, que nos mueven y nos duelen ideales y pasiones similares. Cada personaje es único, pero tiene algo en común con nosotros: su humanidad nos hermana y, si soy honesta conmigo misma, puedo encontrarme tan cerca de un personaje malvado como del ser más bondadoso de la tierra. Somos hermanos, nos une un mismo origen y destino.

Han acompañado mis soledades, dándome respuestas tranquilizadoras cuando lo he necesitado o motivadoras cuando precisaba un empujón. Y me han lanzado preguntas que han desvelado realidades o aspectos de mi ser que desconocía.
La poesía me ha elevado muchas veces, dándome un respiro de la dura realidad. Y otras me ha enfrentado a ella, poniendo mis pies en la tierra sin dejar lugar a la huida. Me ha hecho llegar a donde tenía que llegar por un camino muy corto, de manera unas veces sutil, otras, brutal. Y me ha permitido entender con el corazón, cosas que la razón no entiende.

Se acerca el Día del Libro. ¿Cuál voy a regalar? ¿Cuál voy a regalar-ME? Paséate por las librerías antes las aglomeraciones del día 23. Deja que los títulos te hablen. Échale un vistazo a la biografía del autor o autora o al resumen de su obra. Si hay algo en tu interior que aletea cuando llegas a una frase o a una palabra, no le des más vueltas, apuesta por ese texto, porque tiene algo que decirte. Y te zambullirá en un mundo distinto, que te dará una perspectiva nueva sobre el tuyo.

Marita Osés , 10 abril 2024

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21.3.24

Decirte NO para poder liberarte




Uno de los ejercicios que con mayor frecuencia recomiendo a algunas personas que empiezan un proceso de coaching es decir un NO diario a alguien, que signifique en la práctica un SI para ellas.



Suelen ser personas muy disponibles, que dicen sí antes de pensar si realmente pueden o deben comprometerse a hacer aquello que se les pide y que a menudo renuncian a cubrir necesidades propias o a hacer los planes que tenían programados, para satisfacer las peticiones de terceras personas.

En definitiva, personas que no saben decir no. Cuando aprenden a priorizarse y a tener en cuenta sus necesidades (al menos tanto como tienen en cuenta las ajenas) su vida se vuelve mucho menos estresante porque encuentran un equilibro entre dar y recibir, que pasa por decir SI a aquello que desean. En estos casos, el NO marca un límite imprescindible para preservar el  espacio o el tiempo que necesitan para su desarrollo. Si te viene muy bien hacer yoga a tal hora, di que no a tu amiga cuando te pida que la acompañes a hacer una gestión.  Si un NO a secas te parece demasiado contundente, puedes decir le AHORA NO, pero SÍ en otro momento que se ajuste más a tu agenda o que no te suponga renunciar a  lo tuyo para satisfacer a esta otra persona. Se trata de compatibilizar tus necesidades con las de los demás en lugar de renunciar a ellas para que los demás estén contentos. Entre otras cosas, porque la mayor parte de las veces, esta renuncia no habría sido necesaria.
 
El post de hoy va de otro tipo de NO. Es un NO dirigido a un@ mism@, o, por lo menos a esa parte de nosotr@s mism@s que no está alineada con nuestro bien. 

Lo resume bien Yung Pueblo en su libro CLARITY&CONNECTION p.187 que traduzco libremente:

“Una de las habilidades más difíciles de dominar es decirte no a ti mismo para poder elevarte y desplegarte hasta convertirte en un ser más grande: No a las distracciones  o a la falta de coherencia, no a los patrones y formas de hacer que te devuelven al pasado, no a hacer únicamente lo que te resulta fácil, no a la duda y al miedo.”
Entramos en una paradoja: ¿Es posible que poniéndonos un límite, podamos desplegarnos más plenamente, potenciar nuestra mejor versión? Rotundamente sí. Y propongo que lo comprobéis personalmente, afirmando por adelantado que no es tarea fácil. Pensad:

En este momento de mi vida, ¿En qué momentos o aspectos de mi vida tendría que tener preparado un NO claro y contundente que me  cerrase un camino tal vez apetecible, pero  perjudicial para mí, y por eso mismo, me abriese la posibilidad de desplegarme hacia la persona que deseo ser?

Cada uno sabrá a qué tiene que decirSE no.

Voy a poner ejemplos de lo que nos sugiere Yung Pueblo en el párrafo citado:

  • DIGO NO a las distracciones (me distraigo con el móvil, con las vidas de otras personas, con las obligaciones autoimpuestas, y por ende inventadas), no a la falta de coherencia (no encontrar tiempo para las actividades que me hacen bien)
  • DIGO NO a los patrones de  conducta o formas de hacer o de ser que me remiten al pasado (autoinmolarme, no decir lo que pienso, deseo o siento, hacerme responsable de las emociones ajenas, buscar culpables, dejar que mi mente decida cómo tiene que ser la realidad en lugar de respetar la dinámica de cada momento y averiguar qué hay detrás de cada situación aparente)
  • DIGO NO a sólo hacer lo que es fácil, lo que no me cuesta esfuerzo o únicamente lo que me fluye. No a meditar 5’ en lugar de 30’ si sé que 30’ es lo mínimo para que mi ser funcione medianamente bien. No hablo de forzarse, sino de esforzarse. Forzarse implica violencia. Esforzarse implica poner intención, atención y energía aunque no me apetezca de entrada, porque sé que me conviene, que me hace bien. 
  • DIGO NO a la duda y al miedo (miedo a equivocarte, a arriesgarte, miedo a caer en la rutina aburrida de las parejas que no se renuevan, miedo a “acostumbrarte” a lo que tengo dejando de valorarlo y de ver la novedad que entraña la vida cada día, miedo a jubilarte y no hacer todo lo que habías pensado hacer, miedo a amar tanto que te lleve a sufrir, miedo a tu vulnerabilidad.Decir no a la duda es desterrar la costumbre de empezar frases con “Y si….”.

¿Por qué nos pasa esto? Porque nuestro cerebro esta cableado para la comodidad, y  nuestra alma para el crecimiento. Y ambos están en un tira y afloja permanente. Dependerá de nosotros el encontrar el equilibrio que nos lleve a ser la persona que deseamos ser. A nuestro cerebro le gusta el placer y detesta el dolor. Nuestra alma transmuta el dolor en aprendizaje. El sistema de recompensa grabado en nuestro cerebro está programado para repetir las experiencias placenteras (comer, tener sexo, socializar…) que activan la descarga de dopamina. Esta nos da una agradable sensación de bienestar, calma y relajación. Y está claro que siempre queremos más. Con el tiempo, nuestro cerebro aprende a asociar ciertas conductas con este chute de dopamina. Esta búsqueda de comodidad impulsada por la recompensa tenía mucho sentido en los seres humanos de los primeros tiempos porque los llevó a buscar refugio, compañía y a llenar sus estómagos, lo que incrementaba sus probabilidades de sobrevivir. Pero para nosotros, seres humanos del siglo XXI, este sistema puede llevarnos a realizar actividades muy poco saludables como son los atracones de series o de comidas, las relaciones tóxicas, las adicciones. En la prehistoria, evitar la incomodidad protegió a los primeros humanos de amenazas u peligros. Evitarlos era esencial para su supervivencia. Pero, en la civilización actual, este instinto que sigue grabado en nuestra biología puede llevarnos a postergar interminablemente  actividades muy beneficiosas para nosotros y a generar hábitos muy poco saludables.

Así pues, decirte no cuando detectes que es esta tendencia antigua lo que esta detrás de la conducta que vas a iniciar, significa decir sí a tu crecimiento personal, al despliegue de todo tu potencial , que va más allá de la inmediatez del chute de dopamina y te da una satisfacción personal que se prolonga en el tiempo y te hace sentir orgulos@ de ser quien eres.

Por eso, la propuesta del podcast de hoy es que te plantees la siguiente pregunta:

¿Hay algo a lo que quiero decir NO en mi vida, porque me encaminará a ser más quien quiero ser?

Pronunciar ese NO con cariño, con comprensión, con confianza te ayudará a ser coherente y a convertir ese límite en trampolín. Y descubrirás que lejos de limitarte, ese NO te libera.

Marita Osés

15 marzo 2024



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